MUERTE E INMORTALIDAD
- ¿Explique el carácter temporal de la vida humana?
Es un error decir que el hombre es estático o mecánico, sino que es mucho más que eso, es un modo de ser, un ser sucesivo. Las personas no solo permanecemos en un momento para el resto de nuestra vida, sino que somos personas que tenemos muchos momentos y estamos en movimiento. Ya que vivimos de un pasado que lo recordamos pero ya no somos esas personas y a la vez pensamos y actuamos para un futuro que seremos más adelante.
El tiempo es finito y limitado que la persona no puede disponer de él, cuándo queramos, sino que es algo que se viene dando, que ahí esta y no puede aumentar ni disminuir.
- ¿Qué es morir?
Es la separación del alma con el cuerpo, la muerte no es algo que sucede solo al final de la vida sino que está presente en la vida, la muerte no muere el cuerpo ni su alma sino, el hombre en sí mismos, es decir la persona. La muerte impone carácter único he irreversibles de cada uno de los actos realizados en su vida.
- La inmortalidad
La muerte es un hecho inevitable, nuestra estructura como personas está abocada a ella
Nuestro cuerpo envejece, nuestro interior toma conciencia de la muerte.
La postura clásica: Separación de cuerpo y alma. Limita la muerte al cuerpo. Plantea la muerte solo al final del tiempo en que transcurre la vida
El más allá es un mundo no solo desconocido sino inaccesible, al que solo podemos entrar mediante la religión, es decir, mediante la comunicación con Dios mismo o un mensajero suyo que nos indique lo que allí sucede.
- ¿Qué hay después de la muerte?
Para mi, después de la muerte, esta solo la esencia, el espíritu, esta el cielo, el purgatorio o bien el infierno.
Hasta lo eterno, que desconocemos, pero esperamos que este, y que no sea tan malo.
RESUMEN:
1- El tiempo:
a) El carácter temporal de la vida humana: El primer error es considerar que el hombre es estático o como un muñeco mecánico. El segundo error limitar la influencia del tiempo a la corporalidad.
El tiempo, o más bien, la temporalidad del ser humano es mucho más que eso, es un modo de ser, esto quiere que la persona es un ser sucesivo. No estamos dados de manera definitiva en un momento y para siempre, sino que somos seres en movimiento, que vivimos de un pasado que ya no somos mientras pensamos y actuamos en vista de un futuro que seremos más adelante.
El hombre es, pues, un dialogo de pasado y futuro que se realiza en el presente. Lo que soy y lo que hago depende de lo que he sido y de lo que quiero ser.
La temporalidad no está hecha de instantes, de puntos temporales desconectados entre sí, sino de momentos engarzados significativamente. El instante es un entorno, el pasado y futuro están presentes en una decisión, pero en realidad consta de momentos, esta es la forma de la temporalidad intrínseca de la vida humana.
El tiempo de la vida humana, además, esta estructura o en otras palabras, no es homogéneo. El tiempo como cualidad física, como medida del movimiento de los cuerpos y especialmente el tiempo objetivado en los relojes, si es homogéneo y fluye de manera constante. Existen en primer lugar, estructuraciones externas: los días, las noches, las estaciones y los años.
Hay también una estructuración cultural que depende de nuestro modo de entender el tiempo y de relacionarlos con él, y que cambia con las sociedades y las épocas.
El tiempo, por último, es finito y limitado. No dispongo de todo el tiempo que quiero y cuando quiero sino que me viene dado; es un caudal que no puedo aumentar ni disminuir. Existe por un lado una finitud cotidiana y domesticable: tener esto o no tener tiempo en un contexto específico.
Tengo un tiempo finito de vida, aunque no sé cuánto es, y esto hecho es tan decisivo que estructura internamente la temporalidad forjando lo que se suele denominar etapas de la vida: infancia, juventud, madurez, vejez.
b) La lucha contra el tiempo: La finitud del tiempo ha impulsado desde siempre al hombre a una lucha por denominarlo y por controlarlo por retenerlo.
Los increíbles medios que poseemos hacen que todo sea más de prisa y en menos tiempo. El tiempo siempre se acaba escapando, siempre vence, el tiempo no es algo ajeno y exterior: somos nosotros mismos. Hay un primer sentimiento la tristeza y después sale el elemento de la perplejidad. El tiempo conduce, por tanto de manera inevitable a la cuestión final y ultima: la muerte y la inmortalidad.
2- ¿Qué es morir?
a) El hecho de la muerte: Sabemos que vamos a morir porque constatamos que nuestra estructura como personas está abocada a la muerte. En primer lugar el cuerpo envejece y se hace incapaz de cumplir funciones y causa la muerte. Pero, además psíquica la que nos produce la conciencia de la muerte.
La postura clásica ha insistido en la muerte como separación del alma del cuerpo: “Tú no eres mortal, sino que lo es tu cuerpo, y la otra adquiere algunas filosofías más recientes”, el personalismo entro ellas: “En la muerte no muere, en sentido estricto, ni el cuerpo del hombre ni su alma, sino el hombre en sí mismo, es decir, la persona”.
b) La muerte como dimensión esencial de la vida: La muerte se hace presente en la vida primero como posibilidad, sabemos que podemos morir en cualquier momento. Diferente la certeza, que sabemos que vamos a morir, pero no cuando.
Esto nos lleva a considerar que la necesidad de la muerte como integrante esencial de una vida humanamente seria y valiosa. La muerte, curiosamente, es la que da valor a la vida.
Todo, entre los mortales, tiene el valor de la irrecuperable y del azaroso. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Por eso a los hombres se les llama simplemente mortales. La muerte se puede decir que es natural pero al mismo tiempo es antinatural.
Hay una represión de la idea de la muerte que en cierta manera representa un fenómeno general y normal de la naturaleza humana. En otras palabras, sabemos que nos vamos a morir y eso influye en nuestra vida pero no hay que concentrarnos mucho en ese porque nos sacaría de la vida.
c) La muerte como destrucción de la persona: Es la falta de experiencia sobre la muerte que nos indica de la filosofía, es decir, el enfrentamiento con problemas que superan de forma radical.
Y sobre este hecho, la experiencia externa que poseemos nos muestra, fundamentalmente, tres cosas. En primer lugar, la muerte es desvanecimiento y desaparición del mundo, segundo la pérdida de la corporeidad, tercero, la pérdida del cuerpo significa la destrucción de la persona en cuanto tal, de toda la persona. El hombre necesita saber que pasa que su vida y su muerte tengan sentido.
d) La muerte del hombre contemporáneo: La muerte del hombre contemporáneo se caracteriza principalmente por el intento de ocultación, por el rechazo radical de la muerte y su expulsión del terreno en el que se vive.
En resumen, la muerte se privatiza, se convierte en un hecho personal y privado que la sociedad esconde con opresión.
El ministerio de la inmortalidad: El rechazo a la muerte se manifiesta en el anhelo de inmortalidad, en el deseo de permanecer de durar para siempre, de no hundirse en el pantano que parece conducir a la nada y a la oscuridad, y en el deseo de saber si existe algo más allá de la muerte que garantice la supervivencia.
a) Anhelo y convicción:
a.1) “Non omnis moriar”, el recuerdo de los hombres: Deseamos que nuestra presencia no se extinga inmediatamente a poco después de la muerte. Ese deseo de todo hombre se manifiesta de muchas maneras pero todas tienen un denominador común: dejar personas a los que hemos formado de acuerdo con nuestros ideales, obras y acciones.
a.2) La inmortalidad personal: El deseo de permanecer en el recuerdo de los hombres es bueno y legítimo, pero no es suficiente. Pero en realidad, aunque todo el mundo se acordara de mí, ese recuerdo seria anecdótico frente a la cuestión central y decisiva: la pervivencia personal y real. Una cosa es que mi influencia perdure de algún modo en el mundo y otra, muy distinta, es que yo perdure después de la muerte.
Ante todo que es una convicción generalizada de la humanidad. En cada uno de nosotros, parece haber algo que no debe ni puede morir, que existe un núcleo de inmortalidad.
b) Las pruebas filosóficas de la inmortalidad: Ante todo, existen algunas pruebas clásicas para fundamentar la inmortalidad que no parecen completamente convincentes. Es verdad, que en estos actos yo transciendo a todo lo que es aun relativo a la vida, y puedo decir que en tales actos mi espíritu toca a un dominio, a una esfera de unidades de sentido intemporal y eterno. Que los actos que yo realizo, o que mi persona que los realiza, sobrevivan también cuando yo dejo de vivir.
La clave para fundamentar la pervivencia después de la muerte: la existencia en el hombre de un núcleo espiritual, al que clásicamente se denomina alma, que trasciende a la corporalidad y al tiempo. Y esa intuición básica desarrollada filosóficamente es lo que constituye la prueba radical y contundente de la inmortalidad del alma.
c) El mas allá: La filosofía, acabamos de verlo, es capaz de afirmar la pervivencia del hombre después de la muerte pero solo es capaz de afirmar esto, lo que plantea dos problemas de muy difícil solución.
c.1) El estatuto de la persona después de la muerte: En una antropología con rasgos de dualismo, la unidad es el momento secundario de un proceso de composición. En rigor, lo que se suele ver en el hombre más que la unidad es el estar unido. Por el contrario, una antropología realista y unitaria vera al hombre sobre todo como unidad psicosomática, como libertad y conciencia encardada; solo en un segundo momento vera, por medio del análisis, en esta unidad una dualidad.
c.2) ¿Qué hay después? : Que no llegamos a dilucidar cuál es el estatuto de la persona, después de la muerte no es de todos modos algo excesivamente preocupante. El mas allá es un mundo no solo desconocido, sino inaccesible al que solo podemos entrar mediante la comunión con Dios. Queda así planteado: el sentido último de la vida y el papel que desempeña la religión en la vida del hombre.
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